Todos hemos sufrido alguna vez una inflamación dolorosa. Pero, ¿sabías que también puedes tener una inflamación continua de la que no eres consciente? Este tipo de inflamación puede ser perjudicial para su salud y afectar negativamente a su calidad de vida. En este artículo, exploraremos la inflamación y lo que podemos hacer para reducir la inflamación continua en nuestros cuerpos.
¿Alguna vez has sentido hinchazón, dolor, calor y enrojecimiento cuando te has cortado el dedo o te has torcido el brazo? Eso es inflamación. Es el mecanismo incorporado en el cuerpo que reacciona agresivamente a las lesiones o a los microbios hostiles. Su finalidad es garantizar la supervivencia y el restablecimiento de la salud en todo momento. Sin inflamación, cualquier herida podría supurar y las infecciones poner en peligro la vida.
Por desgracia, no todos los procesos inflamatorios son útiles para la salud humana. Factores como la obesidad, el sedentarismo, el estrés, el consumo excesivo de azúcares y el tabaquismo pueden hacer que el cuerpo se inflame durante mucho tiempo.
Y la inflamación a largo plazo puede contribuir a la aparición de enfermedades crónicas. De hecho, las estadísticas demuestran que enfermedades como la diabetes, las complicaciones cardiacas, los cánceres y las infecciones pulmonares están relacionadas con la inflamación.
Por este motivo, es fundamental que entienda qué es la inflamación, cuáles son sus principales causas y cómo detenerla o revertirla.
¿Qué es la inflamación?
La inflamación es una respuesta curativa del sistema inmunitario del organismo a una lesión o infección, real o imaginaria. Es posible que sienta que la zona lesionada se calienta y se convierte en una mancha rojiza de la piel. Esto es señal de que tu cuerpo está respondiendo e intentando curar la situación.
¿Sabías que incluso los granos que se forman en la piel son producto de la inflamación? Muchas personas suelen confundir los pequeños granitos inflamados llenos de pus que aparecen en la piel con productos de una infección bacteriana. Sin embargo, es tu cuerpo el que produce una respuesta inflamatoria a un poro obstruido y, a veces, a una bacteria.
La inflamación está inseparablemente ligada al sistema inmunitario y ambos trabajan en tándem para optimizar el sistema de defensa de tu cuerpo. Sin embargo, como dice la famosa cita de Theodore Levitt, "Todo en exceso es un veneno", y lo mismo ocurre con la inflamación.
Cuando el sistema inmunitario reacciona de forma exagerada o continua, la inflamación resultante puede ser peligrosa para el organismo. Lo que es aún más preocupante es que una vez que se padece una enfermedad inflamatoria, la probabilidad de desarrollar otra es increíblemente alta.
¿Cómo se produce la inflamación?
Dependiendo de la gravedad de la respuesta, la inflamación puede clasificarse en dos grandes categorías: aguda y crónica.
¿Qué es la inflamación aguda?
La inflamación aguda se produce en cuanto el cuerpo sufre algún daño. Se trata de una respuesta inflamatoria a corto plazo, como el enrojecimiento que se produce alrededor de un arañazo o la hinchazón cuando te has torcido el tobillo.
Básicamente, el plasma sanguíneo (el líquido amarillo claro de la sangre que transporta sales, agua y enzimas) y los glóbulos blancos (leucocitos, las células sanguíneas que combaten los microbios) se desplazan a los tejidos lesionados. Su presencia inicia una serie de reacciones que culminan en una respuesta inflamatoria. La inflamación aguda se produce en dos fases:
La fase vascular: El plasma sanguíneo que entra en la zona dañada está cargado de moléculas como anticuerpos y fibrina (un factor de coagulación). Éstas contribuyen a la defensa y curación del organismo.
Durante esta fase, unos glóbulos blancos especiales, llamados macrófagos, desencadenan una respuesta celular que hace que los vasos sanguíneos de la zona aumenten su permeabilidad. Esto desvía más sangre hacia la zona, lo que provoca hinchazón. La inflamación es una señal de que el cuerpo se está defendiendo.
La fase celular: Esta fase implica el movimiento de leucocitos desde los vasos sanguíneos a la zona dañada para iniciar y mantener la respuesta inflamatoria. Algunos de los leucocitos ingieren los restos celulares, virus y bacterias presentes en el lugar. Mientras que otros dañan a los invasores patógenos mediante la liberación de gránulos enzimáticos. En resumen, los leucocitos se comen o dañan a los "malos" para defender al organismo.
Una vez que los distintos sistemas de defensa se han ocupado de la causa de la lesión o el ataque al organismo, la inflamación baja y el cuerpo seguirá curando la zona hasta que esté completamente restablecida.
El problema surge cuando el cuerpo no puede bajar la inflamación aguda, reacciona de forma exagerada al estímulo o cuando el estímulo que provoca la respuesta inflamatoria no remite. Cuando esto ocurre, desarrollamos una inflamación crónica.
¿Qué es la inflamación crónica?
Cuando la inflamación aguda se prolonga, entra en la fase crónica. En otras palabras, la inflamación crónica es un estado inflamatorio continuado durante un largo periodo.
En esta fase, ciertos tipos de glóbulos blancos como los macrófagos y los linfocitos, conocidos colectivamente como células mononucleares, pueblan y asaltan la zona lesionada. Si no hay microbios o "malos" que destruir, pueden acabar causando la destrucción de tejidos "normales" u órganos internos.
La inflamación crónica también se conoce como inflamación persistente, de bajo grado, que simplemente se cuece a fuego lento en el cuerpo. Puede detectarse por un pequeño aumento de varios marcadores que indican inflamación.
Trastornos inflamatorios comunes
La inflamación persistente de bajo grado (inflamación crónica) se ha asociado a enfermedades crónicas. He aquí dos de las más comunes.
Cardiopatías e inflamación arterial
Un impresionante conjunto de estudios ha demostrado una relación entre la inflamación de las arterias y las enfermedades cardiacas. Algunos de los estudios dirigidos por Paul M. Ridker, investigador médico de la Universidad de Birmingham, han indicado que la causa fundamental de las enfermedades cardiacas es en realidad la inflamación y no el colesterol.
En el centro del modelo inflamatorio de las cardiopatías se encuentra la proteína C reactiva (PCR), que también actúa como marcador de la inflamación. A medida que aumenta el nivel de inflamación, la lectura de la proteína C reactiva también se dispara. Por lo general, si su nivel de PCR es más alto, tiene muchas más probabilidades de sufrir un infarto de miocardio que alguien cuyos niveles de PCR son más bajos. De hecho, los niveles de PCR se utilizan para predecir las probabilidades de sufrir enfermedades relacionadas con la edad, como las enfermedades cardiovasculares. Entraremos en más detalles sobre la PCR en un próximo artículo, pero por ahora los niveles de PCR son un indicador de que existe una inflamación en curso.
Puede que se pregunte que si la inflamación es la causa de las enfermedades cardíacas, ¿por qué no tomar medicamentos o suplementos antiinflamatorios para solucionar el problema? Esa es una opción y los estudios han demostrado que los suplementos antiinflamatorios, como el aceite de pescado, pueden reducir el riesgo de cardiopatía en personas sanas. Pero reducir la inflamación arterial es sólo una parte del problema.
El colesterol de baja densidad oxidado también desempeña un papel en las cardiopatías.
¿Qué es el LDL oxidado?
Básicamente, el LDL oxidado se refiere al LDL inflamado. Cuando las arterias están inflamadas, las LDL oxidadas se introducen en ellas provocando obstrucciones y, en última instancia, el engrosamiento de los vasos sanguíneos.
Este hallazgo reduce la atención de la categoría más amplia de LDL a este tipo específico de LDL. Si profundizamos en el origen de las LDL oxidadas, descubriremos que fumar y el humo de los coches son dos de las principales fuentes de estrés oxidativo de las LDL.
Por lo tanto, si desea reducir sus niveles de LDL oxidado, asegúrese de observar los siguientes cambios en su estilo de vida.
Deje de fumar: Fumar favorece la aterosclerosis (acumulación de colesterol, grasas y otras sustancias en la pared arterial que restringe el flujo sanguíneo) al dañar los vasos sanguíneos. Si deja de fumar, su probabilidad de padecer una enfermedad cardiaca puede reducirse en un 50%.
Suplementos con antioxidantes: Las vitaminas A, C y E protegen a las LDL de la oxidación. El glutatión es uno de los antioxidantes más utilizados y ayuda a desintoxicar el hígado.
Evite la congestión del tráfico: No viva ni camine en zonas muy congestionadas. Las partículas de los gases de escape de los motores diesel pueden provocar una modificación oxidativa de las LDL, confiriéndoles propiedades aterogénicas e inflamatorias.
Diabetes e inflamación
Una dieta rica en azúcar, la obesidad y la inactividad aumentan el riesgo de desarrollar diabetes. Sin embargo, las investigaciones también han indicado que la inflamación desempeña un papel importante en el desarrollo de la diabetes de tipo 2.
Normalmente, las personas que padecen diabetes de tipo 2 son resistentes a la insulina en su organismo o no pueden producir suficiente insulina. La insulina desempeña un papel muy importante en la eliminación de la glucosa de la sangre. Si hay demasiada glucosa en la sangre, puede provocar inflamación en las arterias. Esto puede provocar daños en las arterias, los órganos internos, el cerebro y los ojos.
La obesidad y la acumulación de grasa alrededor de los órganos corporales y el vientre influyen en el efecto de la insulina sobre los tejidos. Como resultado, las células grasas producirán sustancias químicas que provocarán una mayor inflamación.
Las personas con diabetes tipo 2 tienen niveles más altos de sustancias químicas inflamatorias conocidas como citoquinas en el interior de su tejido adiposo. Esto ha llevado a los investigadores a concluir que el exceso de grasa corporal puede causar inflamación crónica y modificar drásticamente la acción de la insulina. Esto puede dar lugar a un círculo vicioso en el que la inflamación provoca una mayor resistencia a la insulina, lo que a su vez provoca más azúcar en la sangre, lo que aumenta aún más la inflamación y los daños resultantes.
¿Cómo se puede controlar la inflamación?
¿Es posible controlar la inflamación excesiva y el daño que puede causar al organismo? La respuesta es sí, incluso se puede invertir el proceso optando por un estilo de vida saludable y utilizando suplementos naturales antiinflamatorios. Estas son algunas de las formas probadas de conseguirlo.
- Dieta sana: Comer verduras frescas y fruta entera puede cambiar las cosas. Las verduras y la fruta entera contienen potentes antioxidantes como las vitaminas A, C y E. Los expertos también aconsejan reducir el consumo de azúcar refinado. Esto incluye fuentes que solíamos considerar saludables, como los zumos de fruta. Sin la fibra que se encuentra de forma natural en la fruta, el azúcar se liberará demasiado rápido en nuestro torrente sanguíneo, provocando picos de insulina. Por lo tanto, se recomienda comer una pieza entera de fruta en lugar de beber sólo el zumo. Los alimentos ricos en ácidos grasos omega-3 como el salmón, el atún, las nueces, el lino y el tofu son adiciones muy recomendables a su dieta. Ayudan a reducir los niveles de inflamación, previenen el daño celular y minimizan el riesgo de enfermedades crónicas.
- Suplementos recomendados: Existe una amplia gama de suplementos que puede tomar para reducir la inflamación y combatir la oxidación. Algunos de los mejores suplementos son Releaf - Releaf contiene berberina que ha demostrado regular los niveles de azúcar en sangre. También activa el gen de la longevidad AMPK que ayuda a controlar nuestro metabolismo. Aceite de Krill Superba - El aceite de Krill es rico en ácidos grasos omega 3 y tiene poderosas propiedades antiinflamatorias. Preservage - Nuestro producto único combina polifenoles (resveratrol), curcumina, quercetina y Bioperine. Esta fórmula está diseñada para reducir la inflamación y potenciar el gen de la longevidad Sirtuin.
- Ejercicio regular: Aunque la dieta y los suplementos son tremendos, no pueden funcionar eficazmente sin un régimen de ejercicio saludable. Reservar 45 minutos para hacer ejercicio aeróbico y hasta 25 minutos para hacer entrenamiento de resistencia 4 veces por semana, puede ayudarle a controlar la inflamación. El ejercicio regular ayuda a estabilizar el azúcar en sangre y a reducir la inflamación.
Conclusión
La inflamación forma parte de la respuesta inmunitaria normal del organismo. Desempeña una función defensiva para garantizar que el cuerpo esté a salvo de los microbios. El dolor, el calor y el enrojecimiento son por tu bien.
Sin embargo, el sistema inmunitario del cuerpo también puede responder de forma excesiva o continua a los microbios, provocando inflamación crónica y daños en los órganos.
Dado que no siempre se puede saber el verdadero grado de inflamación del organismo en un momento dado, resulta útil mantener un estilo de vida saludable y asegurarse de seguir una dieta antiinflamatoria. Una suplementación adecuada no sólo reducirá la inflamación, sino que también ralentizará el proceso de envejecimiento desde el interior. Vivir una vida larga y sana hasta bien entrada la tercera edad es posible.